Obispo de Tenerife llama a cultivar la esperanza y a construir la paz en la celebración de la Patrona de Canarias.

En el corazón de Santa Cruz de Tenerife, el obispo de la Diócesis Nivariense, Eloy Alberto Santiago, ha lanzado un poderoso mensaje durante su homilía este viernes con motivo de la celebración de la festividad de la Virgen de Candelaria. En su discurso, instó a la comunidad a mantener viva la “llama de la esperanza” frente a un mundo sumido en conflictos y situaciones de adversidad. "La fe nos impulsa, al igual que a María, a abrazar la esperanza, mirando hacia el futuro con una perspectiva realista, pero también reconociendo que Dios es la certeza en ese camino, tal como lo fue para María, su ancla inquebrantable”, recalcó.
El obispo enfatizó que cada uno de nosotros libra diariamente una batalla entre el “bien y el mal”. La figura de la Virgen de Candelaria emerge como un símbolo que nos anima a mantener encendida la luz de la esperanza. Tal como subrayó, la victoria pertenece a Cristo, y debemos ser nosotros quienes encarnemos esa esperanza que nunca decepciona. Con un llamado claro, exhortó a todos a convertirse en constructores de paz en un contexto tan complejo.
Santiago invitó a la congregación a abrir sus corazones con fe, con la confianza puesta en el “Dios de la promesa”, para así poder vivir desde la esperanza, recordando que “en esperanza hemos sido salvados.” En esta jornada, en la que se conmemora la Asunción de la Virgen María, resaltó cómo ella misma experimentó el cumplimiento de las promesas de Dios a lo largo de su vida. Hemos de comprender que todos estamos llamados a una resurrección y a experimentar una vida “nueva y plena.”
“Estamos llamados a ser signos de esperanza”, proclamó el obispo, instando a transformar los indicios del presente en auténticas sendas de esperanza. Rescató el legado del difunto Papa Francisco, recordando que el primer signo de esperanza debería manifestarse en la paz global. El obispo cuestionó cómo es posible que ante el estruendoso clamor de aquellos que sufren por la violencia, no se actúe con urgencia para erradicar los conflictos que atormentan a tantas naciones, siendo conscientes del impacto global de tales crisis.
La mirada de Santiago se amplió hacia las imágenes desgarradoras que provienen de conflictos perpetuos, enfatizando que no se limitan a las crisis que suelen acaparar los titulares, como las de Ucrania o Gaza. “La violencia y la destrucción son heridas abiertas en muchos rincones del mundo”, anotó, recordando que los conflictos no son un fenómeno distante, sino que resuenan también en los barrios de Canarias.
El obispo no obvió el sufrimiento local, al referirse a la violencia doméstica que azota a mujeres y niños, así como la creciente agresividad juvenil en los centros educativos y la polarización en el ámbito político, caracterizada por la falta de diálogo y entendimiento. Señaló que estos problemas son reflejos de una problemática más amplia que aqueja a la sociedad actual.
Aún más, criticó los efectos perjudiciales que generan discursos extremistas, cargados de ideología y alejados del verdadero espíritu evangélico, que alimentan la marginación y xenofobia hacia quienes son diferentes, especialmente hacia los migrantes. “No podemos ignorar cómo proliferan los juegos y películas que glorifican la violencia, un veneno que contamina la mente de nuestros jóvenes”, aseveró, considerándolo un “caldo de cultivo” que fomenta el odio.
Ante esta sombría realidad, el obispo de Tenerife instó a la comunidad a no ceder ante la desesperanza, abogando por un enfoque que no caiga en la utopía. “La fe nos impulsa, emulando a María, a avanzar hacia el futuro con realismo, convencidos de que Dios está presente en él, como fue el caso de María, su ancla de seguridad”, sostuvo.
Finalmente, invitó a los fieles a ser “constructores de paz”, recordando que aquellos que dedican sus esfuerzos a la paz serán reconocidos como hijos de Dios. “La paz sigue siendo un don invaluable de Dios que urgentemente requiere nuestro tiempo y nuestra comunidad. Hoy, pidamos a nuestra madre, la Virgen, que reine la paz en nuestros corazones, deseando que la Iglesia sea un refugio de paz, diálogo y perdón”, concluyó el obispo Eloy Santiago, con un llamado esperanzador a la acción y la solidaridad.
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