La exconsejera de Sanidad del Gobierno de Canarias, Teresa Cruz, ha salido a la luz para expresar su opinión sobre su destitución, que califica de "injusta". Durante su comparecencia ante la comisión de investigación en el Parlamento regional, reafirmó su crítica hacia Conrado Domínguez, exdirector del Servicio Canario de Salud (SCS), a quien considera un mal gestor, carente del rigor necesario para ocupar este cargo.

Cruz fundamentó sus afirmaciones basándose en situaciones concretas, como el polémico 'caso Rahlons' y una OPE que, según ella, resultó ser "ficticia", además de tener que lidiar con un hospital del sur de Tenerife que carecía de recursos esenciales. Destacó que no tenía claro quién designó a Domínguez para su puesto, dado que el Gobierno estaba integrado por diversas fuerzas políticas.

La exconsejera también relató cómo enfrentó en medios de comunicación las críticas hacia su capacidad para desempeñar el cargo desde el principio, mencionando la oposición de algunos miembros del Gobierno, en particular del vicepresidente Román Rodríguez. A preguntas planteadas por el Grupo Nacionalista, solicitó el permiso de la presidencia para no abordar cuestiones relacionadas con acusaciones de acoso laboral que había lanzado contra Rodríguez en una entrevista radial.

A pesar de sus diferencias con la gestión del SCS, Cruz defendió la importancia de la "jerarquía" en la administración pública, indicando que si Ana María Pérez, responsable de las compras, fallara, esto también afectaría su cargo. Sin embargo, prefirió no señalar a nadie en particular sobre las fallas ocurridas en los contratos de material.

Aunque contradiciendo rumores, afirmó que nunca estuvo bajo presión para elegir a determinadas empresas y subrayó que el expresidente Ángel Víctor Torres nunca le indicó que cerrara contratos con alguien específico. Cruz lamentó la ausencia de recursos adecuados en los primeros días de la pandemia, describiendo la situación como caótica y manifestando que, a pesar de las dificultades, su equipo hizo todo lo posible por priorizar la salvación de vidas.

Reflexionando sobre su trabajo durante esos complicados meses, recordó haber tenido que crear esquemas manualmente para proyectar la gestión de la crisis sanitaria. Cruz estuvo al frente de la Consejería durante ocho meses antes de ser destituida el 25 de marzo, una decisión que, según las justificaciones oficiales, buscaba el "interés general" y la "unidad de acción". Sin embargo, ella insinuó que el presidente le dio en privado una razón diferente que prefiere no revelar.

En su intervención, la exconsejera mencionó que su destitución le permitió enfocarse en aspectos más personales, como pasar tiempo con su hija y cuidar su salud mental, ya que había llegado a un punto de bloqueo emocional respecto a lo que sucedía en el ámbito sanitario.

Cruz recordó cómo enfrentó el inicio de la pandemia, haciendo hincapié en el manejo del caso de turistas alemanes contagiados en La Gomera, una decisión que tomó con firmeza a pesar de las presiones económicas. Se vio a sí misma como una consejera "díscola" que priorizaba la salud sobre la economía, destacando que su objetivo principal era salvar vidas.

Asimismo, valoró la importancia del comité ejecutivo sanitario, cuya operatividad se vio afectada tras su salida, y habló sobre la creación de un protocolo para centralizar las compras de material. Aseguró que, durante su gestión, no había contratos bajo investigación y que los esfuerzos se centraron inicialmente en proveedores de confianza, antes de buscar otros que pudieran garantizar el envío de material desde China.

Finalmente, Cruz asumió que su gestión no fue perfecta y reconoció que se cometieron errores, pero enfatizó que todo se llevó a cabo con responsabilidad, integridad y transparencia. Así, concluyó que había fallos evidentes en el área de Salud Pública, que no estaban alineados con las demandas de la Consejería, y sugirió que la etapa posterior a su mandato se vivía en un contexto diferente.